Mensaje de Navidad de la Comisión Pastoral de la Arquidiócesis de Bahía Blanca


 

 

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MENSAJE DE NAVIDAD  2016
de la Comisión de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

Queridos hermanos y hermanas:

Navidad es un llamado a valorar la bondad que Dios sembró en cada uno de nosotros, en las diversas comunidades y en los grupos que componen nuestra sociedad. Es también un llamado a renovar nuestra actitud de servicio, para que todos nos sintamos protagonistas en la construcción de una Patria de hermanos.

En Navidad celebramos el milagro por el cual Dios se hace hombre, Jesucristo nacido en Belén, es el “Dios con nosotros”, y viene a compartir con el hombre sus angustias y esperanzas, sus dolores y alegrías.

Como Iglesia de Cristo, queremos decir una palabra que sea un verdadero gesto y signo navideño: una palabra de esperanza y de anuncio, una palabra de parte de Dios que nos ayude a iluminar nuestra vida. Una palabra encarnada en la realidad que vive hoy la Argentina.

Algunos acontecimientos eclesiales, nacionales y sociales, nos ayudan a situarnos en la realidad y poder escuchar en estos signos la voz de Dios.

1. Este año nuestra patria ha tenido la particularidad del cambio de gobierno, en sus distintos niveles, tanto nacional, provincial y municipal. Como la realidad lo muestra, las medidas económicas que se derivan del rumbo político y económico que se ha asumido luego de las elecciones, también consecuencia de años de prolongadas crisis, han generado cambios que repercuten de manera dispar en los diversos sectores de nuestra sociedad.
Así por ejemplo, la actualización de tarifas, la devaluación, el incremento de la inflación, la eliminación de determinados gravámenes como las retenciones, la desocupación, la pérdida del valor adquisitivo de salarios y planes sociales, vemos que no afectan de la misma manera al conjunto de la sociedad. Por eso compartimos especialmente la angustia e impotencia de quienes han perdido el empleo y sufren dificultades en atender las necesidades de sus familias. Lo mismo nos preocupa lo que vemos: la creciente demanda de personas que concurren a los comedores comunitarios.

2. En consecuencia es necesario equilibrar más la balanza de los beneficios y las cargas: no todo puede depender de un golpe de suerte, que nos pone del lado de los beneficiados o del lado de los ajustados. Necesitamos de parte de nuestros gobernantes y de toda la sociedad una firme voluntad política que tienda a equiparar en los distintos sectores sociales, tanto los beneficios como las cargas, a fin de revertir la inequidad social que se va consolidando años tras años de modo que aparece ya como situación estructural, hasta el punto que un tercio de nuestra población vive en situación de pobreza.
3. Pero no toda la responsabilidad es de los gobernantes. Mirando a nuestra sociedad, y en especial a quienes se han visto beneficiados en sus ingresos, queremos hacer un llamado a la reflexión y a la solidaridad, a fin de sentirnos todos más responsables en la búsqueda del bien común: tenemos que ensanchar la mirada y ser capaces de ver más allá de la realidad inmediata y de los intereses individuales y sectoriales. Entonces, allí donde el ´yo´ y ´lo mío´, cedan el paso al ´nosotros´ nacerá el bien común. De otra manera no podremos ser la gran nación que cimentaron nuestros mayores si en esta casa que es la patria no hay lugar para todos, si es que todos no pueden vivir con la dignidad propia de seres humanos.

4. Por otra parte, miramos con expectativa la oportunidad que tiene la justicia en estos difíciles momentos. La Iglesia ya ha hablado de la corrupción, tanto pública como privada, que es un verdadero cáncer que enferma y debilita el tejido social, las Instituciones republicanas y la esperanza de la gente. De allí que necesitamos imperiosamente que la justicia se muestre como servidora de la verdad y del bien común. Rezamos a Dios, Juez definitivo, por una justicia que actúe sin parcialidad, sin las conveniencias coyunturales del poder de turno y con celeridad.

5. Celebramos el esfuerzo de aquellos que se han comprometido en la lucha por los derechos de todos, los que buscan dignificar la ciencia, la política, la cultura, los medios de comunicación, la ancianidad, la niñez, la juventud, el trabajo. Celebramos también el esfuerzo de aquellos que se han comprometido con la lucha contra el delito, en particular el narcotráfico y la trata de personas; en especial, de quienes no se dejan amedrentar por la violencia de la amenaza. Por eso, también honramos el testimonio y la memoria de muchos sacerdotes, religiosos y laicos de nuestra Iglesia que son un signo profético del compromiso en la lucha contra el narcotráfico y la droga. Pensamos en el padre Juan Viroche, sacerdote tucumano fallecido en circunstancias que aún deben ser esclarecidas.

Estamos llamados a que el amor, que se manifiesta en la misericordia y la solidaridad, sea nuestro verdadero programa de vida, un estilo de comportamiento en nuestras relaciones de los unos con los otros. Esto pide la conversión de las personas e instituciones religiosas, políticas y sociales, para que sean capaces de abrirse a los otros con auténtica solidaridad, que es mucho más que un sentimiento superficial por los males y sufrimientos de las personas, sean cercanas o lejanas.

¡Celebremos Navidad con sencillez, solidaridad y esperanza! Hagamos como los pastores: acerquémonos al pesebre de Belén. Allí nos está esperando Jesús, que sigue viniendo en cada hermano nuestro que, al igual que ese Niño, ve su vida amenazada.

Que en este tiempo cada uno de nosotros y cada comunidad cristiana pueda encontrar el modo de acercarse al Niño de Belén, tomando la iniciativa de acompañar con un gesto concreto a alguna familia o persona que esté necesitando ayuda: una familia migrante, un desocupado, un enfermo, un hogar carenciado. También apoyando a tantos pequeños productores, familias y vecinos de tu barrio, que sostienen su economía doméstica con trabajo artesanal, local y autogestionado.

Les deseamos a todos, una feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de las gracias y bendiciones del Señor, para que caminemos con la esperanza de que siempre es posible construir una sociedad y un mundo mejor.

COMISIÓN DE PASTORAL SOCIAL DE LA ARQUIDIÓCESIS DE BAHÍA BLANCA, 8 de diciembre de 2016, Fiesta de la Inmaculada Concepción.